domingo, 11 de octubre de 2009

WESTERWELLE Y LA HIPOCRESÍA POLÍTICA


Westerwelle, Ministro de Asuntos exteriores Alemán???

No tiene nada de particular que, tras ganar las elecciones y acabar de armar la nueva coalición democristiano-liberal, la reelegida canciller alemana, Angela Merkel, nombre ministro de Exteriores. Pero esta vez la designación de la persona que defienda la política exterior alemana tiene un matiz muy especial. El principal candidato es el todopoderoso Guido Westerwelle, presidente del Partido Liberal-Demócrata (FDP), socio de los conservadores en el país germano, futuro número dos del gabinete y homosexual.

El abogado Westerwelle es el retrato del triunfador. Culto, apuesto, encantador, buen comunicador y de ambición desmedida. La única «pega» es su homosexualidad. Un político socialdemócrata -Peter Langner, ministro de Hacienda de Duisburg- inició la polémica al asegurar: «Yo no querría un ministro de Relaciones Exteriores gay». Rápidamente el SPD le obligó a pedir disculpas. Pero la mecha ya estaba encendida y ahora la alimentan sobre todo los socios bávaros de Angela Merkel, los más derechistas del partido.
Pero el debate también ha llegado a la red y a la prensa. El semanario «Der Spiegel» pidió que se le nombrase ministro de Hacienda y no de Exteriores. La razón, que un ministro gay no puede negociar en Irán o Arabia Saudí, donde ser homosexual está penado con la muerte. El «Stadt-Anzeiger» de Colonia también se apuntó a esta teoría.

Westerwelle ya había respondido a estas posibles críticas antes de la campaña electoral: «El hecho de que Angela Merkel fuera la primera mujer canciller de Alemania planteó también problemas a ciertos países. Evidentemente, ella no lleva velo islámico cuando es recibida en ciertos países árabes, pero a nuestros mandatarios los elegimos los alemanes».

Me pregunto como habría reaccionado la mayoría de los mandatarios, ministros, políticos y periodista si se hubiera dicho o si se dijera que una mujer no puede ser Presidenta de un país, dado que la mayoría de los mandatarios son hombres y que en países, como los mencionados como problemáticos para que un ministro de asuntos exteriores homosexual realice su labor, las mujeres están relegadas a un cuarto puesto social, donde las mujeres no votan, no pueden ni siquiera hablar delante del varón de la familia, no puede caminar sola, por tanto, como una mujer podría realizar adecuadamente sus funciones de mandataria frente a hombres que no tendrían porque recibirla y mucho menos escucharla.

Con esto quiero decir que, a pesar de creernos que vamos camino de una sociedad integradora donde las diferencias no tengan relevancia, rápidamente salen estos pensamientos sesudos y objetivos que bien intencionados protegen el futuro éxito de la política.

Como muy bien ha defendido Westerwelle, los políticos son elegidos por los votantes y, lo son por su labor política, sin enfatizar cuestiones personales que nada tienen que ver con la política. Si usamos como excusa el respeto a los pensamientos de dichos países para elegir a nuestros políticos, estamos dándoles la razón a aquellos que discriminan y penalizan cuestiones que nuestras sociedades tienen superadas.

En ese caso, deberíamos desterrar a las mujeres de la política para no ofender a aquellos países donde la mujer no tiene derecho ni siquiera a pensar.

Deberíamos lapidar a una mujer que haya sido violada y se haya quedado embarazada de su violador, por haber ofendido a su marido con semejante acto.
Deberíamos condenar a los homosexuales.

Nuestros políticos varones, deberían llevar barba para no ofender a los islámicos mostrando su cara desnuda.

Deberíamos retroceder a las cavernas en lugar de empeñarnos en encender antorchas que iluminen caminos.

1 comentario:

  1. Interesante artículo, e interesante interpretación de la problemática que plantea. Me ha gustado. Felicidades

    ResponderEliminar

Si lo desea puede expresar su opinión acerca de este artículo.